Un sistema semafórico integral mejora el caos en el tránsito y reduce los accidentes.
La mayoría de las ciudades en el mundo están en constante crecimiento, con el consecuente incremento del parque vehicular de las mismas. El flujo vehicular ha aumentado, pero la infraestructura de carreteras no ha logrado equiparar este crecimiento a causa de los costos económicos y políticos para reestructurar la infraestructura vial.
El resultado ha sido el aumento de la congestión vehicular y el incremento de los tiempos de viaje. Al mismo tiempo, con la escasez de petróleo y la creciente conciencia por el medio ambiente en las últimas décadas, se ha comenzado a medir el costo de un mal aprovechamiento de los recursos asociados al transporte, evidenciando un gasto importante para las comunidades.
En todo el mundo, la accidentalidad asociada al tránsito está produciendo estragos en la malla social de las comunidades. Los accidentes de tránsito representan una enorme pérdida de dinero y recursos que podrían ser fácilmente encausados hacia otros fines, simplemente actuando proactivamente sobre la base del problema.
En este escenario, la presencia de semáforos, controladores y centros de comando es imprescindible pues toman la información del flujo de vehículos y sincronizan las “ondas verdes”, garantizando que el tráfico sea fluido y la red vial pueda soportar la carga sin colapsar.
El orden en el tránsito trae una reducción en la cantidad de accidentes en las calles, disminuyendo también la gravedad de los mismos. De esta manera, se reduce la cantidad de accidentados ingresando a las guardias de los hospitales y se ahorran recursos vitales para garantizar el bienestar de los ciudadanos.
Sepa más sobre la importancia de la gestión semafórica:
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